Itinerario Japón en otoño: guía para disfrutar el momiji

11.07.2025
Castillo de Osaka entre arces en pleno otoño
Castillo de Osaka entre arces en pleno otoño

¿Estás pensando en viajar a Japón en otoño y no sabes por dónde empezar? Este artículo es para ti. Hemos creado un itinerario de 15 días para que disfrutes al máximo del momiji, esa explosión de colores rojos, naranjas y dorados que convierte Japón en un lugar casi irreal. Desde los parques de Tokio hasta los templos escondidos en Kioto, te acompañamos paso a paso.

¿Por qué visitar Japón en otoño?

Viajar a Japón en otoño es descubrir los colores del momiji, explorar sin calor y saborear platos de temporada que solo existen unos días al año.

La magia del momiji

El otoño japonés es una auténtica joya. A diferencia de la fugacidad del sakura, el momiji se despliega poco a poco, envolviendo templos, bosques y ciudades en un ambiente cálido y nostálgico. Es el momento perfecto para pasear sin prisas, descubrir jardines escondidos y dejarte sorprender por los paisajes.

Clima y ambiente otoñal

Entre octubre y noviembre, Japón ofrece temperaturas suaves, cielos despejados y menos turistas que en primavera. Ideal para quienes prefieren un viaje más relajado y lleno de encanto estacional.

Cuándo ver el momiji: Fechas ideales por región

Las fechas importan más de lo que parece. No es lo mismo ver los árboles empezando a cambiar que llegar justo cuando el paisaje está en su mejor momento. Saber cuándo viajar (y a qué zona) es lo que mejor sabemos hacer.

Norte de Japón (Hokkaido y Tohoku)

  • Hokkaido: finales de septiembre a mediados de octubre.

  • Tohoku: principios a finales de octubre.Centro de Japón (Tokio, Kioto, Nagoya)

Las montañas, valles y lagos de esta zona son los primeros en encenderse con tonos rojos y dorados. Si buscas paisajes abiertos y sin aglomeraciones, este es tu momento.

Centro de Japón (Tokio, Kioto, Nagoya)

  • Tokio y alrededores: mediados de noviembre.

  • Kioto y Nara: tercera semana de noviembre a principios de diciembre.

  • Nagoya: principios a mediados de noviembre.

Aquí el otoño se cuela entre templos, jardines y callejones. Perfecto si quieres combinar naturaleza con cultura (y muchas fotos bonitas).

Sur de Japón (Kyushu y Okinawa)

  • Kyushu: finales de noviembre.

  • Okinawa: aquí el momiji no es tan espectacular, pero el clima es perfecto para explorar sin abrigo.

Itinerario Japón de 15 días para ver el momiji

No necesitas correr para ver el momiji. Este itinerario de 15 días está diseñado para que llegues a cada sitio justo cuando toca. Nada está puesto al azar.  Lo hemos creado, probado y ajustado con viajeros que querían ver el momiji en su mejor momento para disfrutar del otoño sin prisas.

Días 1-4: Tokio

Tu viaje arranca en la ciudad que nunca duerme, pero que en otoño sabe detenerse. Tokio en esta estación se transforma: los parques se tiñen de rojo y dorado, el aire se vuelve más fresco y los paseos tienen otro ritmo.

Shinjuku Gyoen es un clásico por una razón. Sus caminos amplios, sus jardines de estilo japonés, francés e inglés, y sus árboles perfectamente distribuidos lo convierten en uno de los mejores lugares para ver el momiji sin salir del centro. Lleva algo para un picnic, hay bancos y rincones que invitan a sentarse y mirar.

En Rikugien, los arces se reflejan en los estanques y los paseos se vuelven casi poéticos. Si puedes, quédate hasta la tarde: durante unas semanas al año iluminan el parque y el ambiente se vuelve mágico.

El monte Takao, a solo una hora en tren desde Shinjuku, es uno de los mejores planes de un día. La ruta a pie hasta la cima es suave, con tramos entre árboles rojizos y miradores que ofrecen vistas de todo el valle (y del Fuji si tienes suerte). En la cima puedes probar un mochi caliente o un tazón de soba. Vale la pena madrugar para evitar las multitudes.

Pero Tokio no es solo naturaleza. Aprovecha para pasear por Asakusa, donde los colores del otoño contrastan con la arquitectura tradicional del templo Sensoji. En Yanaka, el ambiente de barrio, los gatos callejeros y las hojas caídas sobre los callejones crean una estampa tranquila y acogedora. Shibuya, por otro lado, te recuerda que estás en una metrópolis: desde su nuevo mirador podrás ver los colores de los parques urbanos desde las alturas.

Colores de otoño en el jardín Rikugien de Tokio
Colores de otoño en el jardín Rikugien de Tokio
Shibuya Skyline visto entre hojas rojas de momiji
Shibuya Skyline visto entre hojas rojas de momiji

Días 5-6: Takayama

Después del ritmo de Tokio, Takayama te recibe con calma. Este pequeño pueblo de montaña es uno de los mejores lugares para vivir el otoño japonés a otro ritmo: tejados antiguos cubiertos de hojas rojas, calles de madera que crujen bajo los pies y el olor a miso asado flotando en el aire.

El casco antiguo de Sanmachi Suji es el corazón del pueblo. Camina sin mapa, entra en tiendas centenarias y prueba algún dulce local como el mitarashi dango (aquí se sirve más salado que dulce). Si te apetece una experiencia más local, pásate por una de las bodegas de sake que abren al público: en otoño muchas ofrecen degustaciones especiales.

Uno de los mejores lugares para ver el momiji en Takayama es el parque Shiroyama, que rodea las ruinas de un antiguo castillo. El sendero sube entre arces encendidos de rojo y termina con vistas sobre la ciudad. A primera hora de la mañana está casi vacío y es ideal para pasear con un café caliente en la mano.

El Hida Folk Village (Hida no Sato), un museo al aire libre con casas tradicionales traídas de todo el valle, es otra joya. Con los árboles teñidos de naranja y los techos de paja cubiertos de hojas, parece un decorado de película. Hay talleres de artesanía y pequeños fogones donde puedes aprender cómo vivían las familias hace siglos.

Si quieres cerrar el día como un local, busca un restaurante que sirva hida gyu (ternera de la región, parecida al wagyu). Pide que te lo preparen en hoba miso, sobre una hoja de magnolia. Y si hace frío, nada mejor que un baño en un onsen con vistas al bosque.

Hida gyu cocinado en hoja de magnolia con hoba miso
Hida gyu cocinado en hoja de magnolia con hoba miso
Casco antiguo de Takayama
Casco antiguo de Takayama

Día 7: Shirakawago

Este día toca uno de esos lugares que parecen inventados por un ilustrador: Shirakawago, el pueblo de las casas gassho-zukuri y uno de los escenarios más especiales para ver el momiji. Llegar desde Takayama es sencillo (y precioso): en menos de una hora en bus estarás rodeado de naturaleza, arrozales, tejados de paja y montañas de colores otoñales.

Las casas gassho-zukuri, con su tejado inclinado en forma de manos en oración, fueron diseñadas para resistir nevadas intensas, pero en otoño cobran otro protagonismo. Los arces, castaños y ginkgos enrojecidos y dorados enmarcan las viviendas como si fueran maquetas vivas. Parece un decorado de Ghibli, pero es real.

Sube al mirador Shiroyama Tenbodai para una vista panorámica del valle. El camino está lleno de hojas crujientes, y si vas por la mañana temprano, puede que tengas el pueblo entero solo para ti.

Al bajar, puedes entrar en algunas casas convertidas en museo. La más conocida es Wada-ke, donde verás cómo era la vida en el interior de estas casas de varias plantas, con fogones tradicionales y herramientas antiguas.

Para comer, busca alguna taberna familiar donde sirvan platos calientes como el hōtō (una sopa espesa con verduras y fideos gruesos) o un seto ryori de temporada. Hay opciones veganas y vegetarianas, aunque conviene confirmarlo antes de sentarse.

Vista de Shirakawago desde el mirador Shiroyama
Vista de Shirakawago desde el mirador Shiroyama
Casas tradicionales gassho-zukuri en Shirakawago en otoño
Casas tradicionales gassho-zukuri en Shirakawago en otoño

Días 8-9: Kanazawa

Después de los paisajes rurales de Shirakawago, Kanazawa ofrece el equilibrio perfecto entre tradición, arte y buena comida. No es una ciudad enorme, pero tiene tanto que ver que dos días se quedan cortos (aunque bien aprovechados, dan para mucho).

El gran protagonista en otoño es el jardín Kenroku-en, considerado uno de los tres más bellos de Japón. Pasearlo en noviembre es un privilegio: los arces están en su punto, el reflejo en los estanques es casi irreal, y las cuerdas que protegen los pinos (el famoso yukitsuri) ya empiezan a colocarse, anticipando el invierno. Llega a primera hora para sentirlo en silencio.

Muy cerca está el castillo de Kanazawa, que puedes recorrer por fuera o por dentro si te apetece conocer su historia. Los colores del momiji contrastan con las paredes blancas del recinto y hacen que cualquier paseo sea una postal.

Después de tanto verde y rojo, es momento de callejear por el barrio de geishas Higashi Chaya. Las fachadas de madera, las casas de té aún en funcionamiento y las pequeñas tiendas de artesanía lo convierten en un rincón con mucho encanto. Si tienes suerte (o si nos lo pides con tiempo), es posible reservar una experiencia cultural en alguna ochaya.

Uno de los puntos fuertes de Kanazawa es su gastronomía. El mercado Omicho es una visita obligada para los fans del sushi y los mariscos frescos. Puedes probar desde ostras gigantes hasta donburi de cangrejo recién cocido. Hay opciones para sentarse o para comer de pie y seguir paseando.

Pinos protegidos con yukitsuri en el jardín Kenroku-en en otoño
Pinos protegidos con yukitsuri en el jardín Kenroku-en en otoño
Linterna de piedra junto al estanque en Kenroku-en rodeado de momiji
Linterna de piedra junto al estanque en Kenroku-en rodeado de momiji

Días 10-12: Kioto

El corazón del otoño japonés late más fuerte en Kioto. Aquí el momiji es una experiencia que se siente en cada templo, en cada jardín y en cada callejón empedrado. Si alguna vez soñaste con ver Japón teñido de rojo, este es el lugar.

Empieza con Tofukuji, uno de los templos más famosos para ver los arces en su máximo esplendor. El puente Tsutenkyo ofrece una vista aérea sobre un mar de hojas rojas que parece flotar entre los árboles. Es mejor llegar temprano, ya que es uno de los lugares más populares en noviembre.

Sigue con Eikando, un rincón más íntimo y tranquilo, donde los colores parecen aún más intensos por la forma en que la luz entra entre los árboles. Hay pasillos de madera, estanques y una pequeña pagoda en la colina.

Una tarde puedes dedicarla a Arashiyama, el distrito del bosque de bambú. En otoño, el contraste entre el verde intenso del bambú y los colores cálidos del río Katsura y las montañas circundantes es algo difícil de olvidar. Recorre el puente Togetsukyo, sube al parque de monos si te apetece caminar un poco más o relájate en un café flotante junto al agua.

El templo Kiyomizudera, en lo alto de Higashiyama, tiene una de las vistas más icónicas del momiji en la ciudad. Desde su terraza de madera verás el valle entero cubierto de color. La bajada por las calles Sannenzaka y Ninenzaka es perfecta para comprar artesanía local, dulces de temporada y tés especiales.

Si te quedan ganas de explorar más, Uji, al sur de Kioto, es famoso por su té matcha y su templo Byodo-in. En otoño, caminar por las orillas del río Uji es una de esas experiencias serenas que se quedan contigo.

Sendero con faroles tradicionales entre arces rojos en Kioto
Sendero con faroles tradicionales entre arces rojos en Kioto
Templo Kiyomizudera rodeado de momiji con vistas al valle
Templo Kiyomizudera rodeado de momiji con vistas al valle

Días 13: Nara

Solo una hora separa Kioto de Nara, pero al llegar sientes que has retrocedido varios siglos. Y si lo haces en otoño, la experiencia es aún más especial. Los árboles del parque tiñen los senderos de rojo y dorado, los ciervos pasean entre templos y el ambiente es de cuento total.

El plan más sencillo (y el mejor): caminar por el Nara Kōen, el gran parque donde viven más de mil ciervos en semilibertad. En esta época, muchos lucen un pelaje más espeso y se mimetizan con las hojas caídas. Puedes comprar galletas especiales (shika senbei) y ver cómo te hacen reverencias a cambio de comida. Son adorables… hasta que se impacientan.

Desde ahí, el camino hacia el templo Tōdaiji es directo. Esta joya del siglo VIII alberga el Gran Buda de Nara, una figura de bronce colosal en el interior de un pabellón de madera que también impresiona por sí solo. En otoño, los jardines que lo rodean hacen que la entrada parezca una escena de película japonesa.

Si te apetece seguir explorando, sube hasta el santuario Kasuga Taisha, escondido entre el bosque. Sus cientos de faroles de piedra y bronce, muchos cubiertos de musgo, contrastan con los colores vivos del momiji que cuelga sobre los caminos.

Por la tarde puedes callejear por Naramachi, el barrio tradicional, con tiendas artesanas, casas de madera y pequeños cafés que invitan a una pausa antes de volver.

Ciervo entre hojas de momiji en el parque de Nara
Ciervo entre hojas de momiji en el parque de Nara
Gran Buda de bronce en el templo Tōdaiji de Nara
Gran Buda de bronce en el templo Tōdaiji de Nara

Días 14-15: Osaka

Tu viaje termina en una de las mejores ciudades de Japón. Después de templos, naturaleza y pueblos de montaña, Osaka te recibe con neones, comida callejera y un carácter mucho más directo.

Una de las mejores excursiones otoñales es al Parque Minoo, a solo 30 minutos del centro en tren. El sendero que va hasta la cascada Minoo, entre árboles de hoja roja y puestos de comida, es de los más bonitos (y fáciles) para despedirte del otoño japonés. Y sí, aquí puedes probar algo muy local: tempura de hoja de arce (sí, en serio).

Otra parada imprescindible es el castillo de Osaka. Rodeado de jardines y fosos, en otoño el conjunto se vuelve espectacular. Subir a su mirador es opcional (las vistas están bien, pero lo bonito es el entorno), así que lo mejor es tomárselo con calma y caminar por los senderos del parque Nishinomaru, especialmente al atardecer.

Por la tarde, sumérgete en el caos encantador de Dotonbori. Luces, pancartas gigantes, anuncios que se mueven… y un ambiente que no tiene nada que ver con Kioto o Nara. Aquí se viene a comer y a pasarlo bien. No te vayas sin probar el okonomiyaki o los famosos takoyaki, bolitas rellenas de pulpo servidas humeantes.

Si te queda tiempo (o energía), puedes explorar el barrio de Shinsekai, con su estética retro, el spa en la torre Tsutenkaku y bares donde el karaoke suena a todo volumen. También es buena idea darte un capricho de última hora en el mercado Kuromon Ichiba: erizo, sashimi, wagyu… y mil cosas más.

Reflejo del castillo de Osaka en el estanque del parque Nishinomaru en otoño
Reflejo del castillo de Osaka en el estanque del parque Nishinomaru en otoño

Qué comer en Japón en otoño

El momiji no solo se disfruta con los ojos, también se saborea. En esta época, los menús en todo el país se llenan de ingredientes de temporada como setas, castañas, boniato asado, calabaza kabocha o dulces con sabor a arce. Cada parada del itinerario tiene algo especial que probar, y hay sabores que solo aparecen durante unas semanas. Si quieres saber qué platos buscar y dónde encontrarlos, echa un vistazo a esta guía:

Una mesa con nabe y otros platos de temporada de otoño en Japón
Una mesa con nabe y otros platos de temporada de otoño en Japón
Kuri gohan y otros platos otoñales
Kuri gohan y otros platos otoñales

Actividades para disfrutar del otoño en Japón

Este itinerario está pensado para aprovechar al máximo el momiji, pero hay muchas más formas de vivir el otoño en Japón. Desde relajarte en un onsen con vistas al bosque, hasta perderte en un pueblo donde casi no llegan turistas, pasando por festivales locales, cafés con encanto y rincones que solo aparecen en esta estación. Aquí tienes una selección con 8 ideas que puedes sumar a tu viaje:

Un onsen al aire libre con vistas al momiji
Un onsen al aire libre con vistas al momiji
Un momento durante el Jidai Matsuri
Un momento durante el Jidai Matsuri

Viaja como un experto

Viajar en otoño por Japón puede ser una maravilla… o un rompecabezas si no sabes por dónde empezar. Si quieres hacerlo fácil y bien desde el principio, te ayudamos a montar un viaje con sentido, con fechas bien pensadas y experiencias que encajen contigo. Cuéntanos cómo quieres viajar y lo preparamos contigo

Preguntas frecuentes

¿Cuál es la mejor semana para ver el momiji?

Depende de la zona. En general, entre finales de octubre y finales de noviembre. Si quieres asegurar colores intensos, apunta a mediados de noviembre en Kioto y Tokio. Si vas al norte, mejor a principios o mediados de octubre.

¿Qué diferencia hay entre momiji y sakura?

El momiji es el cambio de color de las hojas en otoño (rojos, naranjas, amarillos). El sakura es la floración de los cerezos en primavera. Ambos son momentos muy especiales, pero el momiji suele durar más y es menos masivo.

¿Necesito reservar con mucha antelación?

Cuanto antes mejor, sobre todo si viajas entre finales de octubre y finales de noviembre. Es temporada alta en lugares como Kioto, y los alojamientos con buena ubicación vuelan. Si ya sabes tus fechas, lo ideal es empezar a organizar con al menos 3–4 meses de margen.

¿Hace mucho frío durante el momiji?

No especialmente, pero cambia según la zona. En Tokio y Kioto, durante el día hay entre 12 y 18 ºC. Por la noche refresca bastante, así que lleva abrigo ligero o chaqueta. En Takayama, Shirakawago o el monte Kurama puede hacer bastante más fresco.

¿Qué ropa me llevo?

Capas. Camisetas térmicas, jerséis finos, chaqueta cortavientos, zapatos cómodos para caminar y, si visitas zonas de montaña, alguna prenda impermeable. ¡Y hueco en la maleta! vas a querer llevarte muchas cosas de vuelta.

¿Se puede viajar con niños?

Sí, y Japón es un país muy cómodo para familias. Si viajas con peques, podemos adaptar los tiempos, las actividades y el alojamiento para que todos lo disfruten. Además, el momiji les encanta: hay parques, animales, templos y trenes… 

¿Qué pasa si llueve?

En otoño suele llover poco, pero si toca un día gris, hay muchas alternativas: museos, cafés con encanto, baños termales (onsen), experiencias culturales en interior… También hay templos y jardines que con lluvia tienen una atmósfera aún más especial.